jueves, 29 de julio de 2010

Un scrum en el que deben empujar todos


La UAR acaba de anunciar la implementación de un Plan Estratégico de desarrollo de referato de base para el período 2010-2012. Apunta no sólo a la alta competencia, sino a capacitar y a entrenar a quienes tengan esa función en todos los niveles del juego en el país. Se trata de un tema muy importante, pues refiere a un síndrome que viene en aumento en el rugby doméstico: la indisciplina que transforma a los partidos, muchas veces, en un feo espectáculo de penales y tarjetas.

Podemos tomar como ejemplo de esto al URBA Top 14, el torneo con más vidriera en el rugby argentino. Disputadas cuatro fechas, la cantidad de tarjetas ha ido creciendo con el correr de los fines de semana. Trece en la primera, 18 en la segunda (17 amarillas y 1 roja), 21 en la tercera (20 y 1) y 22 en la del último sábado (21 y 1). Es decir, ya se superó el promedio de tres por encuentro.

Las causas son tantas como las argumentaciones de los protagonistas. Y todas tienen sus dosis de razón. Del lado de los jugadores, se esgrime que no todos los árbitros sancionan con la misma vara una situación idéntica del juego y que, también, cuesta adaptarse a un deporte que todos los años modifica -como ningún otro- su reglamento. Los árbitros, por su parte, señalan que la mayoría de los rugbiers no conoce bien el reglamento y agregan otro dato no menor: la intolerancia que sufren de los que están del otro lado del alambrado.

Hay un axioma del rugby que indica que sin árbitro no se puede jugar. Como tampoco sin rival. De ahí viene lo del respeto. Pero hay una realidad que sufre el rugby argentino que pasa, precisamente, por la falta de árbitros. No alcanza el número para cubrir todos los partidos del fin de semana, y el déficit es más preocupante aún en los juveniles, donde se recurre con frecuencia a jugadores suspendidos que ellos mismos se declaran sin la capacidad suficiente para decidir en situaciones del juego vitales, como por ejemplo el scrum.

Podrá decirse, otra vez con razón, que en el rugby de altísimo nivel también se producen situaciones de indisciplina. Lo vimos nada menos que con los campeones del mundo, los Springboks, en el Tres Naciones que se está disputando. Las tarjetas los dejaron ya fuera de carrera ante All Blacks y Wallabies, pero más que mirar hacia afuera en este tema, el rugby argentino debe observar lo que le pasa adentro.

Estas iniciativas de la UAR deberían multiplicarse -Mar del Plata también se sumó en estos días a atender esta cuestión- y los clubes, fundamentalmente, tienen en esto una tarea primordial, que consiste en tomar conciencia, en la base y arriba, de la importancia que adquiere el hecho de defender el juego. Es un scrum en el que deben empujar todos, sin derrumbes.

fuente: www.lanacion.com

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