miércoles, 11 de agosto de 2010

Una guía inglesa para tratar turistas

LONDRES -- Visit Britain, el organismo turístico oficial británico, ha publicado una guía sobre cómo tratar, sin causar innecesaria ofensa, a los turistas de todo el mundo que acudan a los Juegos Olímpicos de Verano de 2012 en esta capital.

En el caso de los argentinos, la guía aconseja mirarles a los ojos, "una importante costumbre social" en el país sudamericano, pero advierte al mismo tiempo contra la tentación de servirles vino pues es todo un "proceso que implica una serie de tabúes sociales, que hay que conocer si no se quiere insultar".

"Así, por ejemplo, escanciar vino inclinando la botella hacia atrás es signo de hostilidad", indica la guía, dirigida al sector servicios, que también aconseja al británico evitar cualquier mención a las Malvinas o comparar a Argentina con Estados Unidos o Brasil, país considerado rival.

El anfitrión británico no debe tampoco ofenderse si el visitante argentino critica entre bromas su forma de vestir o su peso y se le aconseja que trate de esquivar cualquier conversación sobre su vida personal porque los argentinos pueden comenzar a preguntarle por su vida privada nada más conocerle.

En presencia de los brasileños, el británico debería evitar las preguntas demasiado personales, por ejemplo la edad que tienen, lo que ganan o si están o no casados, dice la guía, que aconseja no abordar temas como la política, la pobreza, la religión y la selva amazónica si no se conoce bien al interlocutor de ese país.

Con los mexicanos se puede hablar de cultura, historia, arte o los museos de ese país, pero no de su guerra con Estados Unidos, de la pobreza, de los inmigrantes ilegales o de fenómenos naturales devastadores como los terremotos.

Un eructo muy alto es considerado grosero por los mexicanos, pero no el hecho de llamar la atención de alguien emitiendo el sonido "psst-psst", que, en cambio, sí es señal de mal comportamiento en otras latitudes.

No se ofendan si un mexicano llega a una cita con algunos minutos de retraso, algo que no se considera un problema en aquel país, dice la guía, que aconseja por otro lado a los británicos que no se distancien del interlocutor durante una conversación porque puede considerarse "un gesto hostil".

Los españoles merecen también un capítulo aparte y la guía los describe como "muy hospitalarios, abiertos y amistosos", además de "orgullosos de su forma de ser", "expresivos, dicharacheros, directos y francos".

Aunque "tienden a hablar muy rápido y en voz muy alta y el tono de voz puede sonar imperativo", ello no significa que traten de mostrar "superioridad o su enojo".

Pese a su vieja identificación con el machismo, han dejado de ser machistas: España es hoy "una sociedad muy igualitaria, con un índice de natalidad que es uno de los más bajos de Europa y con una fuerte presencia de la mujer en la universidad y en el trabajo".

La guía aconseja a las empresas de servicios que publiquen material en español pues los ciudadanos de ese país se enojan de que muchas veces los folletos de las atracciones estén en japonés o italiano, pero no en español.

Los españoles pueden ser además "muy exigentes y no dudarán en quejarse si algo no es a su entera satisfacción", dice también la guía, que aconseja a hoteleros y restauradores que traten de resolver rápidamente y con cortesía cualquier problema que pueda presentarse.

A diferencia de los españoles, muchos portugueses dominan el inglés. Además están orgullosos de su independencia, por lo que, para no ofenderles, se aconseja proporcionarles folletos en inglés y no en español.

La guía da también consejos sobre cómo tratar a turistas de otras nacionalidades, como los franceses, con frecuencia "reacios a hablar inglés por falta de confianza" y que "en los espacios públicos no sonríen normalmente a los extraños ni les miran a los ojos".

Los estadounidenses, sobre todo los menos experimentados, necesitan todo tipo de consejos y suelen viajar cargados de equipaje, y si van a alquilar un coche, por ejemplo, conviene preguntarles cuántas maletas llevan consigo.

Los japoneses, por su parte, tratan de evitar el contacto físico con otros y si sonríen, explica la guía, no es para expresar satisfacción, sino que "sonríen cuando están enfadados, avergonzados, tristes o desilusionados".

En su presencia, hay que evitar mostrar la suela de los zapatos o hablarles con las manos metidas en los bolsillos.

EFE

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